La casa de todos
Padre Hugo Tagle@HugoTagle
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Padre Hugo Tagle
Soy de los que aún creen en el proceso de redacción de una nueva Constitución. Abundan las voces desilusionadas por un proyecto que pareciera conducir a lo menos a una zona pantanosa, por no decir un callejón sin salida.
Espero no decepcionarme. Un proyecto que nació presionado, hay que recordarlo, tanto por el miedo a la violencia desatada, demencial, de ese triste 18 de octubre, como producto de los “anhelos de cambio” que se necesitarían para que efectivamente la carta fundamental sea “casa de todos”.
Hay que ser honestos: como se ha grabado tantas veces, hace años se estaba alegando que la Constitución del 80 “no daba el ancho” o sería para defender los intereses de una minoría que se sentiría cómoda en ella. En fin, como sea, sin duda ya se habló de cambios, algunos mayúsculos, los que, lamentablemente, no llegaron a tiempo.
Muchas de las demandas planteadas, no requieren de una “nueva Constitución”. Bastaría buenas leyes para ello, entre ellas mejores pensiones y salud. Y ni hablar de mayor seguridad y combatir a la delincuencia, prioridad de ese chileno de trabajo, honesto y que paga impuestos.
Una Constitución no es una varita mágica, ni un árbol de Navidad al que se le cuelgan todo tipo de propuestas o buenas intenciones. Apunta a un marco regulatorio amplio, simple y breve. Pero, si no se produce un cambio en la forma de entendernos, quedará en letra muerta.
Para resaltar lo positivo, rescato la invitación a las “iniciativas ciudadanas” en su redacción. Es una buena forma de hacer sentir todo el proceso como propio. Por lo que se ve en la página oficial de la Convención, ha tenido buena acogida y se han presentado todo tipo de propuestas, algunas muy buenas. Ya se filtrarán y sopesarán para ver cuáles van en el texto fundamental y cuáles serán solo materia de ley o reglamento.
El punto negativo es la participación ciudadana, que lamentablemente ha sido baja. Quizá abunda un cierto cansancio. Se extiende la sensación de que “mis propuestas caerán en saco roto”. No debe ser así. Si no caben en una Constitución, sí se podrán discutir más adelante como futuros proyectos de ley.
Buena parte de la validación y confianza que después de la Convención depende de ellos mismos; de un trabajo serio, responsable, profesional. No pueden seguir echando la culpa al resto, al gobierno, oposición y otros. En su capacidad de llegar a acuerdos, ceder en pros de un bien mayor. que es el país, se revela su idoneidad ya su vez vocación de servicio.
En fin, que no decepcionen. Hay muchas esperanzas puestas en ellos.